Días pasados, con motivo de una visita a las instalaciones de la FAV en Puerto Sherry, pude observar gran cantidad de niños en la escuela de vela. Ante semejante espectáculo, no pude menos que preguntarme: ¿Que ocurre con estos niños cuando llegan a la adolescencia? ¿Se los comen los padres? Debe ser esto ultimo vistos los problemas que existen para encontrar jóvenes que sepan navegar dispuestos a engrosar las tripulaciones de los cruceros, viéndonos obligados a formar tripulaciones compuestas en su mayoría por gente que llega a la vela en edad adulta y lamentablemente, no es lo mismo.
Probablemente, el problema esta en el método de enseñanza. Se les enseña principalmente a competir, dando vueltas continuamente entre dos boyas como un burrito en una noria y desarrollando principalmente el espíritu competitivo por encima de otras virtudes , con lo cual al que destaca, se le promociona y al que no, se le ignora y se le utiliza para hacer bulto, por lo que se termina aburriendo. No disfrutan de la navegación a vela y no entienden que en este deporte, lo más importante no es llegar primero al punto B, sino gozar del camino entre A y B haciéndolo lo mejor posible dentro de tus posibilidades y tratando de mejorar día a día.
En la foto, el magnifico cadete, en el que tanto hemos aprendido (algunos, otros no aprenderán en la vida) sobre el arte de navegar , el trabajo en equipo , el compromiso con tu tripulación y la tolerancia para poder convivir con otro tripulante durante muchas horas en un par de metros cuadrados, valores estos tan olvidados hoy por culpa de la vela individual.
